viernes, 16 de enero de 2015

colibríes y otras cosas fugaces

1
es muy adecuado que lo sepas:
lo único que conservo son estos ratos
a solas
observando los colibríes
su sangre acelerada, su vuelo inmóvil, su zumbido.
yo, en cambio, detengo absolutamente todo para mirarlos.
es muy adecuado que lo diga:
lo único que conservo es ese momento
fugaz
cuando el colibrí regresa a mi ventana.

2
creo comprender el tiempo de las cosas,
los ciclos verticales del amor y el desencanto, como en cascada.
se me evaporan de libélulas mis príncipes azules en la orilla
el tiempo les borra la cara, la coloración de la pupila ¿era verde, era gris?
ya no sueño con sus nombres tejiendo nubes algodonosas
en el cielo cuajado de la tarde,
ni tiemblo cuando alguien los trae arriándolos como espesas
gotas de melaza sobre el vidrio empañado.
creo haber entendido el silencio del hombre, el silencio
profundo que hacen los hombres cuando no aman.
comprendo el tiempo de los sueños que como pompas
revientan al levantar apenas vuelo.
no creo en eso que me dijiste, ni creo en nada que me vayas a decir,
tranquilamente haré un bollo del poema que te escriba
y le contaré un cuento a ese niño corazón que hace berrinche.

3
te miro largamente
como si fueras un sueño en deja vu, doblado en el párpado
oigo tu voz en un mensaje grabado, lo rebobino dentro
te dejo roerme como un animal salvaje, comerme viva
¿es esto amor? ¿ es esto dolor o deseo?
nada nace aquí, nada persiste, sentir es una pequeña muerte.

jueves, 27 de noviembre de 2014

quiero



la ciudad toda tiene tu sombra
el rastro de tu ojo de tu boca de tu mano, es una sombra inquieta
que se diluye si la miro. no quiero mirarte, amor, no quiero
tocarte con mis manos. quiero olvidar.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

indeleble

(a algún idiota)


la noche se me figura aquella cosa indeleble rayada en el cielo
algún idiota le ha pintado con crayón blanco ese eslabón de estrellas
estrellas fugaces sin duda porque están carcomidas en el borde
aquel borde donde se apoyó mi labio y lo buscó tu labio rojo
donde mordió una lengua la víbora dañina del amor y la vistió de sangre
la vertió como a la lámpara que grita relámpagos de oro sobre nácar
como una lámpara tu espectro se me asoma a los costados
y me susurra el nombre completo de los astros, lavando con su néctar
los designios más nefastos. la tortura de abrevar junto a los colibríes
el espeso azúcar que me diste, sin saber precisamente si era dulce
o amargo sudor de oquedad muerta. lívida, brutal, la huella horada
un corazón líquido en la arena mientras te hablo.

miércoles, 9 de octubre de 2013




oh qué has visto, dime, cervatillo herido.
soy corteza de laurel que se desintegra en tu abrazo, perseguida
en alud constante buscando el reposo
atájame, apolo.

viernes, 29 de marzo de 2013

en la pequeñez del mundo



en la pequeñez del mundo
esta malformación de los sentidos,
percibo el sopor
el momento longevo que sucedo
sostenida contra tu cuerpo
pero nada más

traduzco verbos para hablarte y son
panes o peces, y cada palabra
se imprime y deshilvana, inconsistente

¿dónde está mi corazón
mientras te abrazo?

oh, armo esta oración que cuaja tu nombre
y comienzo predicados monstruosos
nocturnos e indecibles,
hacia el punto final,
siempre el punto que se dibuja detrás de todo
para conservar tu nudo, poema,
tu boca, sueño,
tu espacio donde sucede el abecedario

¿dónde acaba mi corazón
mientras te abrazo?